lunes, 9 de julio de 2012

Competir

Este fin de semana volví a correr, tanto el sábado como el domingo. Seis kilómetros cada día. Apenas el jueves había corrido la misma distancia. Por tanto, fueron 18 los kilómetros que acumulé en una semana. Son insignificantes si se comparan con los necesarios para un entrenamiento de maratón (yo mismo he corrido 40 y más kilómetros cada semana durante muchas semanas continuas), pero por ahora me hacen sentir que ya estoy de vuelta, que ir a correr es de nuevo una actividad cotidiana. Al parecer mis piernas comienzan a retomar fuerza, y respecto a lo cardiovascular, creo que nunca he perdido del todo la condición. Si  me sacudo el sueño y las actividades de la mañana las realizo sin rodeos, puedo correr 4 o hasta 5 días por semana y así estar listo para correr medio maratón el 02 de septiembre.
Mi entusiasmo deportivo estuvo alimentado por los encuentros finales del torneo de Wimbledon. El sábado vi ganar a Serena Williams, quien fue rotundamente más fuerte, más rápida y más decidida que su rival (aunque la chica de Polonia siguió jugando con todo el arrojo). El domingo vi ganar a Roger Federer frente a Andy Murray. He de decir que nunca he sido fan de Roger aunque reconozco que es un estupendo atleta y que cuenta con los rasgos necesarios para ser el número uno indiscutible: determinación, perseverancia, templanza, confianza. No afloja el ritmo cuando va arriba. No se deja intimidar ni diminuye su empeño cuando va abajo. Al contrario, siempre sabe sacar la casta. 
Cuando digo que nunca he sido su fan, es porque, a pesar de tantas virtudes lo encuentro falto de pasión, y creo que me gustaría ver, en un atleta de su tamaño, señales de pasión más a menudo. Nadal las tiene siempre, he incluso le sobran. Nadal es físicamente un atleta en mejor forma, pero Federer tiene un temperamento más apto para manejar tanto el fracaso como el éxito. Al escribir esto me doy cuenta de que mi petición es un contrasentido. Quisiera que Federer fuera más temperamental, pero si lo fuera, no sería tan grande ni capaz como es. Perdóname Roger, en la elección de héroes siempre juega un papel más importante lo emocional, y Nadal me cae mucho mejor (y mejor aún me caía Pete Sampras, pero ahora no viene el caso hablar de él)
En fin, que Federer hizo gala de sus habilidades psicológicas y desde luego físicas para ganar 3 sets seguidos, habiendo perdido el primero. Murray hizo su parte (equivocada) para que Federer ganara: se enojó mucho y de verdad el que se enoja, pierde.
Cuando vemos competir a atletas de este nivel, nos damos cuenta de que clave del éxito no está tanto en las habilidades físicas (es condición indispensable que todo jugador esté en las mejores condiciones físicas, eso ya se sabe) sino en las mentales-emocionales. Ya dije que Federer sabe mantener la cordura, el paso y la firmeza aún en los momentos más difíciles. De pronto mientras transcurría el juego, he pensado de nuevo en lo maravilloso que sería contar con una mayor cultura del deporte. Al margen de todos los beneficios físicos que conlleva, el deporte enseña a competir, permite ensayar a manera de juego esas virtudes tan útiles en la vida real. Perseverancia, templanza, resistencia a la frustración, decisión, largo etcétera. Pensando de nuevo en mi afición a correr, encuentro que me ha permitido encontrar y fomentar aspectos de mí más acertados. Por ello extrañaba tanto ir a correr, extrañaba la persona que soy durante y después de correr. Una persona un poquito más competitiva, más paciente y más decidida; una persona un poquito mejor, o al menos eso me gusta pensar.
De verdad, ojalá que a todos nos enseñaran a disfrutar del deporte y nos permitieran aprender a competir. A los mexicanos nos hace mucha, pero mucha falta.