miércoles, 16 de mayo de 2012

Instrucciones (fallidas) para dormir a un bebé

Si usted, como nosotros, tiene un bebé de unas pocas semanas de nacido, reconocerá sin duda la situación que se narra con éstas imágenes.

1. El bebé duerme (o parece que duerme).






2. El bebé no duerme. Y le mira a usted con carita de que algo quiere (¿pero qué quiere el niño?, se preguntará). Entonces, tal vez, decida que es momento de dejarlo a su suerte, a ver si logra conciliar bien el sueño.





3. Grave error. Ahora que lo ha dejado sólo, el bebé llora. Y mucho. Y se agita (como si imitara un pasito de baile de Emmanuel).









4. Entonces usted decide cargar al niño y de pronto ¡el bebé ha dejado de llorar!. Como por acto de magia, el bebé en brazos se muestra tranquilo, relajado, sereno, en paz.





5. Y hasta se duerme, cuál largo, plácidamente.






6. Claro que si usted, confiada e ilusamente lo deja de cargar, entonces MUY probablemente el bebé se despierte de nuevo y ponga carita de ¿qué pasó, no me estabas cargando?. Y volvemos a empezar.



Y ASÍ.....

martes, 8 de mayo de 2012

Pero ¿quién lo sabe, realmente?

Hubo una temporada hace algunos años -entre 2001 y 2006, quizá- durante la cuál leí muchísimo (no como ahora, que no leo ni madres). Vaya, siempre he leído mucho (excepto ahora, que no leo ni madres) pero en esos años, especialmente, leí más. A veces hasta un libro a la semana. (Y no lo cuento por presumir, la lectura no hace mejor persona a nadie, aunque está claro que acumular conocimiento es mejor que acumular deudas o botellas vacías. Lo cuento, como todo en este blog, para auxiliar a mi memoria). Siempre en esa temporada leía alguna cosa de "cultura" (fuera divulgación científica, psicología, historia, antropología, economía o sociología) y, al mismo tiempo, algo de literatura. Ficción y no ficción, como lo clasificarían los gringos (pero ahora no sólo los gringos, sino todo el mundo, aunque no esté bien).


Entre los libros de "no ficción" que más recuerdo o intento recordar, están los de Malcolm Galdwell (principalmente "Blink") y otro llamado "Genoma" de un autor cuyo nombre no recuerdo y no me importa. "Blink" es una obra maravillosa que trata acerca de la inteligencia intuitiva, y de cómo la sobre-información puede ser bastante perjudicial porque nos lleva a darle importancia a cosas que no la tienen. Nuestro cerebro y sistema nervioso acumulan todo lo que nos ocurre y definen criterios de respuesta. Es decir, en el fondo "siempre sabemos" lo que nos conviene. Pero ese saber usa un lenguaje distinto al de nuestro raciocinio. Ese saber se manifiesta por medio de esa chispa inquietante pero certera que llamamos "olfato" o intuición. En fin, que la obra pretende invitarnos a confiar en nuestra intuición porque nuestra intuición es el compendio de toda nuestra experiencia y conoce las respuestas. Y además sabe manifestarse en dos segundos. Por último, la obra tiene el buen gusto de ir desarrollando esta idea con historias bastante entretenidas. 


¿A qué viene todo esto?- Pues a que quería abordar el eterno dilema que ahora me atañe, que me ha intrigado siempre pero ahora, con el bebé, me intriga un poco más .


¿Que es más determinante en la formación de la personalidad, la herencia genética o el ambiente en el que nos desarrollamos?. ¿Qué nos hace ser lo que somos y responder como respondemos y relacionarnos con nosotros y con los demás como lo hacemos?. ¿Se debe a cómo nos educan o es que "así nacimos"?. ¿Quién lo sabe realmente?


(Al mencionar el libro de Blink pretendía citar un capítulo acerca del tema, pero ya me acordé que no viene en ese libro. Y sobre "Genoma", confieso que algo mencionaba pero ya no me acuerdo de nada. Mñé.)


El asunto es que estos libros (pero seguramente miles más), concluyen que sobre este dilema no hay conclusión alguna. Ni la ciencia más avanzada ni la psicología más profunda han logrado decirnos en qué medida es la genética lo que define nuestra forma de ser, y en qué medida es el ambiente en el cuál nos desarrollamos. Y qué bueno que no logren hacerlo, me parece. Si lo hicieran la conducta humana dejaría de ser un misterio.


Y ese misterio es el que, repito, ahora me intriga. No es que me inquiete o preocupe, pero sí me intriga pensar en cómo se irá dibujando la personalidad de Nicolás y en qué medida su mamá y yo seremos responsables o causantes de ciertos rasgos y en qué medida no lo seremos en lo absoluto, porque muchas cosas muy de fondo estarán marcadas por su herencia genética. Ohpordios. Por último, he de agregar que, al conjunto de genes-ambiente, ha de sumarse una (casi), infinita serie de condicionantes para formar la conducta de una persona: factores socioeconómicos e históricos, corrientes de pensamiento y actitud generacionales, la conjunción de los astros y la voluntad de la divina providencia. Ah, y lo que esté ocurriendo en la isla de LOST.


(Hoy fui a correr después de meses y me puse muy jaip, por eso el post fue escrito con buen humor. Y con las patas)


Tan tan.