lunes, 19 de marzo de 2012

Némesis



A finales del año pasado el suplemento Babelia de El País, publicó su conteo de las mejores novelas del 2011. En segundo lugar, apenitas atrás de Los enamoramientos del insuperable Javier Marías, estaba Némesis, del norteamericano Phillip Roth. Ese fue el pretexto perfecto para leer a un autor que, desde hace mucho, me llamaba la atención leer.
No puedo decir que la prosa me haya fascinado (cosa que ocurre siempre con Marías), pero sí, en cambio, que el argumento es profundo y realista, doloroso y a la vez conmovedor. 
Un pueblo cualquiera de la Unión Americana es azotado por una epidemia de polio, al mismo tiempo que está transcurriendo la Segunda guerra mundial. La narración se centra en un hombre joven judío que está frustrado por no haber podido sumarse a filas. Este hombre es, además, huérfano y labora como entrenador deportivo de los niños que, prontamente son víctimas -y a su vez el centro- de la epidemia. En medio de tal situación, el hombre no puede hacer otra cosa que cuestionar a Dios, sus intenciones y su bondad. Sigue creyendo en él pero para odiarlo, para culparlo. Supongo que por eso la novela se llama como se llama. Hay una reflexión, cercana al final, acerca de la posición que ante las tragedias podemos asumir. En esta reflexión no se cuestiona a Dios, sino a la creencia o el tipo de creencia que podemos tener acerca de él. Tener una idea de un Dios que nos premia o castiga es infantil. Las cosas no pasan para satisfacernos. Ni lo contrario. Las tragedias le pasan a cualquiera y nadie de nosotros es tan especial como para que le ocurran en exclusiva, o con exclusiva insistencia. Esta parte final, en la que además la narración adquiere un ritmo más veloz, es la que más me ha gustado. Dudo que otros autores puedan tratar un tema tan espinoso como lo es la moralidad de Dios, de una forma tan íntima, certera, concisa y breve.
Por último pero de la mano, he pensado en lo afortunada que es la época que nos ha tocado vivir, lejos de esas epidemias y de la muerte constante, rodeándonos. Cada época tiene sus dificultades, sí, pero los sufrimiento de quienes vieron morir a su hijos o iguales por enfermedades espantosas como la polio o por la guerra, no creo que puedan comparare con los nuestros, los que estamos en perfecta salud, cómodamente escribiendo o leyendo esto frente a un monitor.