martes, 24 de abril de 2012

Un mes

Cómo quisiera tener la disciplina para escribir aquí un poco todos los días. Aunque fuera unas líneas, unas pocas nada más, acerca de Nicolás y lo que aprendo (aprendemos) de él a cada tanto.
Estoy convencido de que, al mismo tiempo que aprendo sobre el bebé, estoy aprendiendo mucho sobre mi mismo. Confirmo que mi terapeuta tenía razón cuando en su momento me decía que la relación de pareja es donde y cuando más creces. Se le olvidó decirme que, habiendo un bebé, la circunstancia te obliga aún más a tener ese crecimiento. 
Y es que a cada momento surge alguna situación que te exige paciencia, o determinación, o capacidad para observar con calma. Todo en el cuidado del bebé requiere de nuestra máxima atención y empeño. Nos demanda un esfuerzo correcto. Es en ese esforzarse continuamente que algo cambia dentro de nosotros, los padres. El bebé nos obliga a conducirnos como nunca antes nadie, por ninguna circunstancia, nos había obligado a nada. El bebé nos vence, nos doblega y logra en nosotros lo imposible y sin siquiera habérselo propuesto, sin saberlo, sin hablar, sin entender nada ni pretender hacerlo. Con el simple hecho de estar ahí logra en nosotros un cambio. O quizá, y mejor dicho, sólo lo demanda, y ya es decisión de cada uno realizar o no ese cambio.
Ahora que ya cumplió un mes Nicolás es que comienzo a entender a lo que se refieren con aquello de que "todo cambia cuando llega un bebé". Estoy de acuerdo pero corrijo; no cambia todo, el que cambia eres tú.